Al caer la noche, el 'president d'esquerres', como le llamó muchos años después y con notable oportunismo, Pasqual Maragall, pronunció un discurso en el balcón del palacio de la Generalitat en el que proclamó el Estat Català. A continuación llamó al general Batet, máxima autoridad militar en Cataluña para ordenarle que se pusiera a sus órdenes. Así lo contó el general Domingo Batet i Mestre en alocución radiofónica 48 horas después:
"A las ocho aproximadamente de la noche (del sábado, 6) el entonces presidente de la Generalidad proclamó desde el balcón del palacio de la Presidencia la República Federal Catalana y diciendo que rompía desde aquel momento todas las relaciones con el Gobierno d el República Española. A los pocos momentos me requería en conferencia telefónica para que con mis fuerzas me pusiera a sus órdenes. Contestación mía: que no podía resolver en unos instantes lo que él había preparado y meditado durante días, si bien el cumplimiento del deber me decía claramente cuál era mi conducta a seguir. A los pocos momentos un diputado de la Generalidad me traía el oficio requiriéndome por escrito lo que en conferencia telefónica me había exigido. Desde aquel momento no podía caber duda acerca de los propósitos que tenían. además, había presenciado durante el día el transporte de municiones y de armas y la organización de guerra montada en diversos puntos de la ciudad. No obstante, en mi afán de evitar un día de luto y que fuera consecuencia de aquellos actos la maldición de todos, intenté ponerme, no al habla, sino en contacto directo con quienes dependían de mí y estaban en la Generalidad, y al efecto ordené que comparecieran inmediatamente. Fue rechazada la orden diciendo que sólo obedecían las órdenes del presidente de la Generalidad.
Coincidiendo con tales hechos, el Gobierno de la República Española había declarado el estado de guerra, que resultaba ser contestación al presidente de la Generalidad. Ordené inmediatamente que se publicara el bando, al propio tiempo que tomaba las medidas oportunas para evitar el derramamiento de sangre. La compañía que llevaba el bando no hizo más que doblar el paseo de Colón y entrar en las Ramblas cundo fue hostilizada desde el Centro de Dependientes. Al mismo tiempo se veían ocupadas las calles que conducen a la plaza de la República, en donde están la Generalidad y la Alcaldía. Al llegar allí las fuerzas, uno de los jefes de la Generalidad se adelantó a preguntar qué es lo que iban a hacer. Contestación de mis fuerzas:
-A defender la República.
-¿Cuál, la Federal catalana o la República Española
-La República Constitucional.
-Entones, las armas dirán cuál debe ser, si la Federal o la constituida legalmente.
Y dispararon desde la Generalitat, causándonos bajas. Mis tropas tenían la orden terminante de no atacar a menos que fueran agredidas. Y así fue. Y unos y otros sufrimos sensibles bajas. Desde aquel momento se contestó la agresión con la agresión, puesto que sabía que con cuanta más energía yo obrara, menos sangre sería derramada. Aquella noche se entabló un verdadero combate, ante la resistencia de aquella organización. Y aquella energía tuvo su efecto, puesto que a las seis de la mañana, aproximadamente, tuve la agradable sorpresa de que me llamara telefónicamente el presidente de la Generalidad, diciéndome que consideraba estéril toda resistencia y se entregaba como único responsable de aquellos acontecimientos. Le dije que comunicara por radio su capitulación para que llegara a conocimiento de todos aquellos que llevados por su fantasía, faltos de toda razón, sin aquellas altas virtudes que exigen los ideales, intentaban implantar sus propósitos.
La Generalidad, con todo su Gobierno, el Ayuntamiento con todos los concejales de su partido y de Estat Català, se rindieron a las fuerzas y fueron trasladados a este Cuartel general de la Cuarta División. (...)
Los pueblos, los hombres que viven dentro de un régimen democrático deben desarrollar sus ideales dentro del orden y deben procurar, día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, hacer el sacrificio más alto para la consecución de sus ideales. Respetables son todos los ideales cuando son expuestos dentro de la legalidad, pero son execrables cuando quieren imponerse por la violencia..."
Domingo Batet i Mestre era capitán general de Burgos el 18 de julio de 1936. Se negó a sumarse al alzamiento franquista y fue detenido en su despacho por un grupo de quienes habían sido sus subordinados. Fue fusilado unos meses más tarde. Hoy, sus restos están en una discreta tumba en el cementerio de Tarragona. Ningún dirigente democrático ha depositado allí unas flores. Quien fue vicepresidenta del Gobierno Mª Teresa Fernández de la Vega, sí rindió homenaje al president golpista el 15 de octubre de 2004. Así es la vida.
Nota.- La ilustración de este articulo corresponde a la portada de un libro necesario, escrito por un periodista en forma de crónica, minuto a minuto de aquellas diez horas asombrosas, descacharrantes y mucho más cercanas al esperpento que a la tragedia. Fue reeditado en 2005. Háganse un favor y léanlo.
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